El primer hijo siempre supone una experiencia nueva y ligeramente aterradora para todos los miembros de la familia, pero hay un miembro en concreto que puede pasarlo especialmente mal por no comprender nada de lo que está ocurriendo: nuestro perro. Incluso antes de que el bebé nazca, nuestra mascota podrá notar en nosotros que estamos algo más nerviosos, que tenemos otras prioridades o que hay más tensión dada la espera, pero una vez llega el bebé, la vida de nuestro perro cambiará igual de drásticamente que la nuestra, y tenemos que ser capaces de darle a entender que es algo positivo e ir introduciéndoselo de forma paulatina.
Cualquier cambio brusco que suceda en la rutina de nuestro perro le afectará de manera negativa, y lo mejor que podemos hacer es ir preparándole durante la gestación del niño para que entienda que se va a producir un cambio y pueda estar, así, lo más preparado posible.
Si eres como yo, tendrás una relación muy estrecha con tu perro. Las mascotas no son solo un miembro más de la familia, sino también uno bastante dependiente, ya que necesita a sus dueños para las funciones más básicas: comer, salir a la calle, realizar deporte, y, en general, ser feliz. Nosotros mismos tenemos que ser conscientes de que cuando llegue un bebé no dispondremos de la misma cantidad de tiempo, y no podremos dedicarle tanto como le dedicamos ahora mismo. Si tienes miedo de que tu perro no pueda adaptarse correctamente a la llegada de un bebé y quieres hacer lo posible para hacer de esto algo tan alegre y positivo para él como lo es para ti, voy a darte una serie de consejos bastante básicos pero muy útiles para que tu perro vaya adaptándose a un cambio tan grande.
Como ya te he comentado, el cambio de conducta no debe ser brusco. No es nada recomendable esperar a que llegue el niño para empezar a modificar nuestro trato hacia el perro y nuestra rutina con él, ya que, de lo contrario, supondrá un impacto negativo y el perro recibirá el acontecimiento como algo malo en lugar de como algo bueno. Es importante empezar el proceso de adaptación mucho antes de que llegue el bebé, porque si le vamos presentando el cambio de manera paulatina le será mucho más fácil aceptarlo y adaptarse a él.
Según este artículo de Zaunk, lo primero que tenemos que hacer es intentar que se haga poco a poco menos dependiente. No es cuestión de dejarle solo durante horas de un día para otro, pero sí es recomendable que empiece a depender algo menos de nosotros y de nuestra atención constante, sin dejar de darle cariño y de ocuparnos de él, evidentemente, pero sí estando menos pendientes o encima. Si estáis mucho tiempo en casa, lo mejor es salir durante una o dos horas, para que el perro vaya acostumbrándose a estar solo y a apañárselas sin compañía. Si preferís quedaros en casa, lo que podéis hacer es evitar prestarle tanta atención como hacéis normalmente: si se sube al sofá para estar con vosotros, bajadle para que aprenda a estar cómodo sin necesitar compañía. Es probable que cuando llegue el bebé no pueda contar con toda vuestra atención, por lo que ir acostumbrándole poco y a poco y reeducándole en su nivel de dependencia le vendrá muy bien para no sufrir el desapego ante la llegada de un niño.
También hay otros métodos para ir acostumbrándole. Un bebé será un nuevo estímulo a muchos niveles: visual, olfativo y auditivo. Podéis ir ambientando algunas habitaciones con los olores a los que tendrá que acostumbrarse, como el talco o la colonia de bebé, y podéis poner un hilo musical con sonidos característicos de un recién sonido, como el llanto, para que el perro vaya adaptándose al sonido sin que le resulte estridente o llamativo. De este modo, cuando llegue el bebé no reaccionará negativamente ante sonidos estridentes de este tipo, ya que estará acostumbrado. Deja que explore con tranquilidad los nuevos elementos de la casa, como la cuna, la sillita o el carro, para que vea que no suponen una amenaza por mucho que se muevan. Además, es probable que realices paseos con el niño y con el perro, por lo que es recomendable que esté familiarizado con el transporte del bebé.
Puede parece que reeducar a nuestro perro para que sea “apto para bebés” es complicado, pero lo cierto es que no lo es tanto. Si se hace de manera progresiva, el perro dará buenos resultados enseguida, y seguramente se tranquilizará y aprenderá a reaccionar de manera más tranquila. No hay duda alguna de que se enamorará del niño nada más le vea y lo más probable se que adopte el papel de perro guardián y se encargue de protegerle, pero también hay que asegurarse de que no vea peligros donde no los hay.
Por otro lado, una vez llegue el niño, es recomendable que contrates a un paseador de perros o te asegures de que puedes contar con alguien que mantenga la actividad y el ritmo de vida del perro al mismo nivel, porque también son seres vivos y, aunque todo el mundo sabe que un bebé come mucho tiempo y energía, ellos también se merecen tu atención, tu cariño y que puedas satisfacer sus necesidades. Si sabes de buena tinta que ya no dispondrás del tiempo que tu perro necesita, cuenta con que alguien que se lo dedique para que tu perro pueda seguir siendo un animal alegre, sano y feliz.