Dependencia emocional del niño hacia los padres

Dependencia emocional del niño hacia los padres

La dependencia emocional del niño hacia los padres es algo natural que va desapareciendo poco a poco según el niño se va haciendo mayor. Pero en algunos casos la dependencia no desaparece, pudiendo llegar a ser un problema que se puede tratar.

¿Qué es la dependencia emocional infantil?

La dependencia emocional es una necesidad que siente una persona por estar al lado de otra para sentirse a gusto, seguro y protegido. En el caso de los niños, es normal que durante la infancia sientan una gran dependencia hacia los padres, pero esta dependencia poco a poco tiene que ir siendo menor. Muchos padres se sienten muy a gusto porque sus hijos sean muy dependientes de ellos, ya que así saben que sus hijos no se irán de su lado. En este caso, la dependencia es mutua.

En los niños pequeños la dependencia se puede notar fácilmente. Supongamos que pedro es hijo de María. María tiene que ir a trabajar después de estar mucho tiempo junto a su hijo y lo tiene que dejar en el colegio. En este caso, Pedro se quedará llorando en el colegio, pero cuando vuelva a ver a su madre después del primer día de cole, Pedro se agarrará a su madre y no querrá separarse de ella. Este es un claro ejemplo de dependencia emocional de un niño hacia sus padres.

El miedo no tiene edad, por lo que es muy importante que esta dependencia sea cada vez menor. Y es que los problemas pueden ser mayores según el hijo vaya creciendo, ya que no podrá desarrollar su propia vida. No podrá relacionarse con otros niños de su edad o por ejemplo no podrá jugar en la calle si su madre no está cerca para protegerle.

Otro ejemplo claro puede cuando Pedro se va a la cama y su madre le deja solo en la cama. En este momento, se pondrá a llorar con el objetivo de conseguir que la madre vuelva a su lado lo antes posible para quitar el miedo creado por la dependencia.

Esto solo es un ejemplo para entenderlo un poco mejor. Además, no debemos confundirla con la dependencia emocional en pareja, la cual se muestra con otros síntomas. Pero al fin y al cabo, en ambos casos es depender directamente de una persona para sentirse seguro y poder vivir feliz.

¿Cómo se puede combatir la dependencia de los hijos a los padres?

Cuando el niño es pequeño, es muy importante que, a la hora de acostarlo la madre o el padre, dependiendo de la dependencia, se siente siempre a su lado. No debes mostrar intención de moverse del lugar. Es importante que te vayas cuando tu hijo esté bien dormido. Si se despierta sobresaltado y no te ve, el miedo será superior. Con el paso del tiempo, debes ir acostumbrando a tu hijo a irse a la cama el solo. Por ejemplo, si le tienes acostumbrado a leerle cuentos antes de dormirse, lo mejor es ir disminuyendo el tiempo que pasas a su lado. El objetivo debe ser el de conseguir que el niño finalmente consiga irse a la cama sin ir de la mano de su madre o del padre. Hay que hacer este paso poco a poco y de manera natural. Y no cometas el error de acostumbrarlo a dormir siempre en tu cama

A la hora de dejar al hijo en el colegio o con los amigos, debes mostrar naturalidad. Si el niño ve en los padres inquietud, no querrá separarse y por ello el apego podría ser superior.

Deja a tu hijo que tome sus propias decisiones sin influir para nada en ellas. Si eres de los padres que impide tomar decisiones a sus hijos con total libertad, lo que estarás haciendo es crearle una dependencia que durará años y años y podría llegar incluso hasta la edad adulta.

Debes enseñar a tu hijo el verdadero mundo. Si tienes a tu hijo dentro del huevo y no le muestras la realidad, estarás impidiendo que cometa sus propios errores. A nadie le gusta cometer errores, de aquí que, si el niño está protegido, porque cambiar. Tu como padre o madre, tienes que sacarle del cascarón y obligarle de cierta manera a afrontar la vida real fuera de tus brazos.

No tengas miedo a gritar a tu hijo cuando haga algo mal y quieres que rectifique. En ocasiones un grito a tiempo puede evitar muchos disgustos en el futuro. Muestra a tu hijo lo que está bien y mal, pero deja que aprenda de sus errores. Si por ejemplo rompe la televisión y no le castigas o le gritas, entonces tu hijo se sentirá muy protegido a tu lado. Y es que en el fondo sabrá que lo que ha hecho está mal, pero como no ha recibido un castigo, te seguirá viendo como su protector o protectora, ya que esa misma actuación sería rechazada por otra persona del exterior.

Siempre debes cuidar a tu hijo, pero no sobreprotegerlo.