Los teléfonos móviles son cada vez más parte de nuestra vida, y así como los adultos empezamos más mayores a usarlos, ahora cada vez los jóvenes empiezan antes a hacer uso de él.
Los móviles pueden traer muchas ventajas, pero cuando su uso se convierte en una obsesión y no son capaces de separarse de él ni a la hora de la cena, el problema empieza a ser grande. Veamos unos consejos para que el uso del móvil por parte de nuestros hijos sea racional.
Hacer llamadas con el móvil ya casi ha pasado a un segundo plano con los nuevos Smartphones. Con el teléfono móvil ahora los jóvenes están conectados con sus amigos a través de las redes sociales, por lo que para ellos el teléfono representa una especie de estatus o posición que ellos ocupan en su mundo.
Pero esta vida extremadamente social puede convertirse en un problema, porque la comunicación con su vida virtual y la necesidad de demostrarles lo que está viviendo pueden hacer que se sienta totalmente absorbido y que llegue a aislarse del momento actual.
No es raro ver a jóvenes más pendientes de sus redes sociales que de lo pasa a su alrededor, casi sin despegar la vista de su pequeña pantalla y sin preocuparle lo más mínimo lo que nosotros hayamos hecho en nuestro día o que estemos hablando con ellos. Y ahí es donde empieza el verdadero problema que debemos atajar.
Lo primero que debemos intentar es hacerles ver la dimensión de una presencia física frente a la virtualidad tecnológica. Lo importante es que aprecie la presencia de los padres, de los hermanos y de los amigos que tiene en su entorno.
Como verás no estamos diciendo que los móviles deben prohibirse. Lo único que debe hacer es anteponer el mundo real al mundo virtual, y saber que las relaciones virtuales son buenas, pero que éstas nunca deben estar delante de las relaciones sociales o del diálogo cara a cara.
Cuando los móviles sípueden prohibirse es en momentos puntuales que hayamos pactado que sean para toda la familia, o bien en los que consideremos que el móvil no tiene cabida. Por ejemplo en las comidas y cenas, el móvil no debería entrar en la mesa pues además de impedir mantener conversaciones con el resto de miembros de la familia, impiden que la ingesta de alimentos se haga correctamente.
Los problemas de presupuesto es algo que también debemos tratar. Los jóvenes deben ser conscientes de lo que cuestan las conversaciones que mantienen a través del móvil para que sepan controlar el consumo final.
Lo ideal es pactar una cantidad concreta, tras la cual el teléfono se bloqueará sin que se puedan mantener nuevas comunicaciones hasta pasada la fecha de facturación. Esto poco a poco hará que el adolescente aprenda a administrar sus minutos de comunicación.