Trastornos de conducta más frecuentes en niños y adolescentes

Trastornos de conducta

Los niños y adolescentes pueden presentar problemas durante las diferentes etapas de su crecimiento que en muchos casos pueden requerir de asesoramiento profesional para que los pequeños puedan crecer más felices. En este artículo presentamos cuáles son los trastornos de conducta más frecuentes entre niños y adolescentes.

Trastornos de conducta

En primer lugar encontramos los trastornos de conducta, que son mucho más comunes en adolescentes que en niños pequeños. Los niños con este tipo de problemas suelen tener dificultar para controlar sus impulsos y sus conductas, siéndoles muy difícil tanto el autocontrol como la expresión de emociones. Se trata normalmente de niños y adolescentes que se enfrentan a los derechos del resto de las personas y a las normas sociales. Encontramos por ejemplo el trastorno negativista desafiante o el trastorno antisocial, así como también la cleptomanía o la piromanía.

Trastornos de ansiedad

Los trastornos de ansiedad son también un tipo de problema que pueden padecer los niños y los adolescentes. Normalmente se trata de fobias concretas y también de trastornos de ansiedad por separación. El último es sobre todo común en los niños más pequeños de doce años y normalmente desaparece en la edad adulta.

El TDAH

Sin duda el Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad o TDAH es uno de los más conocidos en la actualidad y el más común en los niños y los adolescentes. Aunque suele ser más común en los hombres también lo padecen las mujeres. Se trata de un trastorno estable que en ocasiones puede agravarse durante la adolescencia y sus principales síntomas son la impulsividad, la falta de organización, la somnolencia y la inatención. A las personas que tienen este tipo de trastorno les cuesta mucho prestar atención a un sólo estímulo durante mucho tiempo con lo que les es imposible hacer sus tareas de manera eficaz. En la mayoría de casos el trastorno de déficit de atención viene junto a la hiperactividad, con lo que todavía resulta más complicado todavía el tratamiento de este trastorno.

Depresión

Aunque no existen tantos niños que desarrollan depresión como personas adultas los pequeños y adolescentes de entre 3 y 17 años tienen una tasa de depresión del 2,1 por ciento. Normalmente entre los niños y jóvenes se suelen dar trastornos del estado de ánimo, trastornos depresivos mayores o trastornos depresivos persistentes. Cabe reseñar que el denominado trastorno de desregulación disruptiva es sin duda la causa principal por la que la mayoría de padres o tutores legales llevan a los niños o adolescentes al psicólogo.

Este trastorno suele caracterizarse (aunque siempre debe emitir el diagnóstico un experto) por la irritabilidad como principal actitud de los niños o jóvenes. Esta irritabilidad suele ser persistente en el tiempo e incluso puede llegar a descontrolarse en algunos momentos con, por ejemplo, ataques de mucha rabia o de mucha tristeza. Sobre todo se debe controlar, como nos aconseja este psicólogo infantil de Málaga, si sucede en niños menores de doce años, aunque habrá que estar atentos a las actitudes de los niños de todas las edades para detectar problemas mayores en caso de que los niños se encuentren sensibles o tristes.

Autismo

Por otro lado, entre los niños de entre tres y diecisiete años encontramos un 1,1 por ciento de personas autistas. El número de casos detectados de estos Trastornos del Espectro Autista ha ido aumentando con el paso del tiempo, probablemente porque antes no se trataba ni diagnosticaba a tantas personas como en la actualidad.

Se trata de un trastorno que se caracteriza principalmente porque la comunicación social denominada recíproca se va deteriorando de forma persistente con el paso del tiempo. La interacción social de las personas que padecen este tipo de trastorno se vuelve casi nula en cualquier tipo de contexto, haciendo realmente complicado el mantener una vida social estándar para las personas que lo padecen. Dicha interacción social se deteriora en todo tipo de contextos y además se introducen patrones de conducta que son repetitivos, así como también intereses diferentes o actividades muy restrictivas. Se trata de una enfermedad que aparece en la infancia y empieza a manifestarse muy pronto, prácticamente desde que los bebés tienen seis meses y deben empezar a relacionarse con el mundo.