Las emociones son respuestas muy instintivas que podemos tachar de involuntarias como norma general y que se manifiestan ante un suceso, una persona e incluso un objeto en particular. Muchos podrían afirmar que estas son las que nos hacen realmente humanos, las que nos diferencian de otros seres vivos menos complejos y nos dotan de compasión o sensibilidad.
Con ellas nacemos y evolucionamos. A menudo nos dan grandes satisfacciones, pero, con una mala gestión, se pueden volver en nuestra contra. De hecho, una educación emocional pobre puede traer grandes problemas de adaptación social, conflictos en el trabajo o incapacidad para mantener relaciones afectivas saludables. Algo que se ha entendido durante muchos años como un básico innato al que no se debe prestar atención, ahora podemos asegurar que se puede convertir en el eje central de una vida próspera y feliz (o todo lo contrario). La psicología y el análisis del comportamiento actual nos arroja mucha luz en este ámbito, pues al fin conocemos su importancia.
Pero, ¿cómo se pueden educar las emociones? Esto es algo que conoce bien la escritora y filósofa experta en inteligencia emocional Elsa Punset. Hemos recopilado sus interesantes reflexiones en este ámbito y su experiencia en divulgación para responder a la gran pregunta.
La educación emocional es lo que desarrolla las competencias emocionales con el fin de capacitar a las personas para enfrentarse a las diferentes situaciones de la vida, mejorar su adaptación y bienestar tanto afectivo como social. Lo ideal es que forme parte de la educación desde la infancia, ya que esta será la manera de conseguir una evolución saludable de cada individuo y un buen camino para convertirse en adulto funcional y estable.
Las emociones son aquello con lo que las personas lidian cada día y en todos los aspectos de su vida, por lo que una buena base educacional en este ámbito va a repercutir a todos los efectos. Para ello, se implican determinadas competencias que son las siguientes:
Desarrollando todos estos puntos se puede obtener una buena educación emocional que facilite la gestión de los estímulos externos, la percepción de lo que nos rodea y nos ayude a generar relaciones saludables con otras personas.
La educación emocional es lo que nos va a permitir regular nuestro malestar, nuestras sensaciones internas o, incluso, nuestro nivel de estrés. Por otro lado, también nos habilita para comprender lo que sienten otras personas y tener una buena comunicación social, relaciones saludables y vínculos prósperos.
Nos enfrentamos a nuestras emociones y a las de terceras personas en todos los aspectos de nuestras vidas. Esto implica la familia, el trabajo, la pareja o los momentos de ocio. Por lo tanto, la educación emocional puede ser de suma importancia en todas las facetas de la vida.
Con esta base bien asentada podremos gestionar la frustración con mayor solvencia, conocernos mejor a nosotros mismos y practicar la empatía: una parte fundamental para integrarnos con los demás. Esto va a mejorar la sensación general de bienestar y será de gran ayuda para el éxito en la vida a todos los efectos. Para ello, es crucial potenciarla desde la infancia o trabajar personalmente en el desarrollo de todas las competencias emocionales en la vida adulta, algo que también es posible.
Estos son los aspectos más importantes en los que influye la educación emocional:
Elsa Punset se ha convertido en un importante referente en la psicología y la inteligencia emocional en nuestro país. Es escritora, filósofa y también ofrece conferencias mediante MTConsulting.es en las que forma sobre gestión del cambio, desarrollo del liderazgo, bienestar o superación personal. En la actualidad, también es directora de contenidos en el Laboratorio de Aprendizaje Social y Emocional (LASE).
Como experta, esta divulgadora tiene mucho que decir sobre la educación emocional y cómo plantearla desde la propia infancia para acompañar a los niños en un crecimiento personal próspero. De hecho, Elsa alude a la importancia de la familia en este ámbito, pues asegura que la ausencia de educación emocional hace que los más pequeños aprendan por imitación, aunque no se expliquen los conceptos de una forma específica.
La falta de interés por proporcional una educación emocional desde la infancia, ha derivado en “muchos problemas de salud mental, muchos de ellos de origen emocional, y muchas emociones incomprendidas y reprimidas que nos dañan en cuerpo y mente.” Según afirma la experta.
En edades prematuras, nos indica que se puede educar a efectos emocionales mediante juegos y prestando la importancia que merecen a las emociones de los niños, a menudo infravaloradas. Es fundamental fomentar la autoestima desde casa, normalizar reacciones naturales como la tristeza y cultivar la paz interior.